36 AÑOS INTEGRANDO COOPERATIVAS
22/12/2014
“La autogestión: una velita al socialismo“

El presidente uruguayo explicó las implicancias positivas a largo plazo de la promoción y el aliento a las experiencias de autogestión productiva y cooperativización como modelo social alternativo.

El presidente uruguayo, José Pepe Mujica, habló con Miradas al Sur sobre la situación de las fábricas recuperadas y las políticas de Estado necesarias para convertirlas en un “sistema vivo”. Durante su gobierno, que culminará en marzo de 2015, el Pepe se dio el lujo de implementar una medida inédita en la región, el Fondes (ver abajo), que adjudica utilidades de al menos un 20% de las ganancias del Banco Oriental del Uruguay a las empresas autogestionadas. El decreto, firmado en 2011 hoy es un proyecto de ley que están analizando las organizaciones sociales, con vistas a ser tratado el año próximo.

 

–¿Hacia dónde van las experiencias de las fábricas recuperadas en Uruguay?

 

–En Uruguay, las fábricas recuperadas surgieron como un intento de preservar la fuerza de trabajo en momentos de crisis. Nosotros tratamos de inducir, como política de gobierno, que se vaya extendiendo y afirmando como un modelo, no como solución eventual a la crisis, sino como un verdadero modelo alternativo de organización de la sociedad productiva que implica la necesidad de establecer políticas de Estado, mecanismos, financiación, etc. Yo pienso que incluso hay que contar con un sistema de enseñanza, una universidad propia, porque hay que formar la inteligencia para esto. La inteligencia que puede formar la sociedad común y corriente es una inteligencia para la economía de mercado. Esta otra economía va a tener que desafiar y pelear en el mercado, pero filas adentro tiene otros valores y otra manera de funcionar.

 

–¿Sería necesaria una estrategia que se extienda en el tiempo y trascienda el territorio?

 

–Es una estrategia a largo plazo. Surgió en épocas de crisis, pero para mí es un modelo social, de una manera distinta de organizar la economía y la sociedad. Y nadie debe sentirse ofendido por eso. Hay un conjunto de gente que, por lo menos teóricamente, reniega de las claves del capitalismo aunque tenga que acatarlas, aunque tenga que ir a trabajar todos los días, aunque tenga que cumplir un horario. Y esa parte de la sociedad tiene derecho a vivir de esa manera, a llevar su modelo adelante, y después que la vida real vaya pautando. Como estamos en países que necesitan desarrollo, sería estéril poner una cosa en contra de la otra. Ahí el desafío es el mercado. Pero visto que la mayor desventaja que tiene este sector, desde el punto de vista económico, es que tiene que arrancar con industrias y modelos viejos, a veces demasiado envejecidos en lo tecnológico, tiene que remontar esa situación, porque como son empresas capitalistas que quebraron a causa de dificultades, arrancar con un punto muerto desde ahí no es fácil. Se necesitan políticas especiales que ayuden, que colaboren, y sobre todo un andamiaje y cierto grado de funcionamiento colectivo, que no quiere decir la subordinación a un partido o a un pensamiento central, pero sí la necesidad de una interconexión y una política de acuerdos comunes, de manera de ir tejiendo la malla de un verdadero frente que busque todos los mecanismos de complementariedad y que apunte hacia el exterior a cuestiones parecidas. Con el tiempo tendría que tener una política de acercamiento de carácter internacional, acercarse a Mondragón, a la Liguria italiana, y a otras experiencias que hay en el mundo. En la época de la globalización sería un error que se aislara...

 

–¿Cuál es el rol de las organizaciones populares en este cambio?

 

–Una de las cosas es inducir a fundar empresas de este tipo. No veo por qué siempre hay que arrancar con empresas que están fundidas para tratar de revivirlas y cargar con un muerto. Nosotros tenemos una experiencia donde perdieron la propuesta, después de un esfuerzo muy largo, y terminaron fundando una empresa nueva. Menos mal que perdieron y la fábrica vieja la enterraron, si no estaban muertos. Estaban condenados... Hay que fundar empresas nuevas, y vale la pena plantearse el problema.

 

–¿Cómo se inserta esta propuesta en un continente donde la perspectiva revolucionaria está buscando su lugar?

 

– La revolución está en las cabezas, no está en los ruidos que hacemos en la calle o en escribir en las paredes con letras grandes la palabra revolución. Si nosotros no logramos ir gestando masivamente cuadros importantes en la gestión, que tengan otros valores pero a la vez sean buenos gestionadores, si no vamos generando una cultura que suplante en parte al capitalismo, podemos hacer mucho ruido, se pueden tirar los gobiernos abajo y se pueden hacer espectaculares vueltas de 360 grados para volver a lo mismo... ya pasó, esa película yo la vi. Ahora quiero ensayar otra película, no tengo ninguna seguridad. Pero esa otra película, la de los apurados, ya la vi. Lo que no hay que conformarse es con la ilusión de tener un capitalismo humanista y bueno, porque eso es soñar con caperucita roja. El capitalismo tiene que ser como es, descarnado, porque el que no es descarnado lo matan. Es la lucha entre lobos. Va a triunfar el más fuerte, y persigue la acumulación y todo lo demás. No le pidamos que sea solidario, porque entonces nos cambian la partitura. El capitalismo es como es. Yo no me quejo. Tiene que funcionar. Y hay que tratar de pelearlo para que pague los mejores salarios y que pague los impuestos. Pero esto que queremos nosotros es otra historia, y tiene que marchar en paralelo. Y es a partir de esta historia que podemos entrever cómo podría ser otra sociedad. No es a través del capitalismo. Del capitalismo tenemos que sacar recursos y aprender muchas cosas que le tenemos que copiar, pero son otra ética, otra conducta y otros valores los que tenemos que pelear. Esta es una pelea de valores y de concesiones distintas, no es una mera disputa económica. La política no debe reducirse a un recetario de carácter económico, porque si no la historia se terminó.

 

–A partir de su historia de militancia...

 

–Yo tengo una historia de falta de velocidad. Me comí un montón de años en cana porque me agarraron, pero no tenía vocación de héroe, me agarraron, me la tuve que comer y sobreviví.

 

–¿Y qué aprendió de esa lucha para hoy hacer foco en el ser humano?

 

–Aprendí que cuando hay que disparar hay que disparar ligero. Si le queremos poner términos, conservar las fuerzas, conservar los recursos.

 

–Pero usted aprendió mucho sobre la ética del ser humano...

 

–Con respecto al ser humano... ser militante en todo... no se puede pelear por los pobres, por el proletariado, por las causas de los sumergidos y después vivir en una góndola de despilfarro y de la gran puta. Si estamos contra la burguesía no podemos ponernos el chupete de su forma de vivir. Yo tengo espléndidos amigos burgueses que son buenas personas. Me siento con ellos, voy a una fiesta, me invitan, se casó la nena, todo lo que quieras, pero esa es tu mesa y esta es mi mesa, yo estoy acá y trato de vivir como vive la gente común y corriente de mi pueblo. La forma de vivir es un reflejo de la ética y de lo que uno piensa, porque si no uno tiene un pensamiento para los domingos, un discurso de ocasión. Y el discurso es la trayectoria global de la forma de vivir y del compromiso que uno tiene. El día que nuestro pueblo, en términos promedios, pueda vivir mejor, capaz que subimos un escaloncito más, pero hay mucha gente que no sabe lo que va a comer esta noche, hay muchas cosas postergadas que no podemos arreglar hoy. Entonces no despilfarremos lo que necesitaríamos para socorrerlos a ellos. Esa para mí es la mentalidad de izquierda del mundo progresista. No se lo voy a reprochar a los que patean para otro lado, nos lo reprocho para el lado nuestro.

 

El financiamiento público, camino a ser ley

 

En diciembre de 2010, Uruguay modificó la Carta Orgánica del Banco República Oriental del Uruguay, que posibilita la creación de fondos para el financiamiento de proyectos sustentables, según lo disponga el Poder Ejecutivo a través del Ministerio de Economía (Art. 40 de la Ley 18.716).

Esto generó las condiciones para que un año después (septiembre de 2011), el propio presidente Mujica firmara el Decreto 117/013 para la creación del Fondes (Fondo de Desarrollo) que no sólo promoviera (con “asistencia y soporte financiero”) proyectos sustentables, sino que se atiendan especialmente a los “modelos de autogestión”. El Art. 3 dice “se priorizará el apoyo a emprendimientos económicos con participación de sus trabajadores en la dirección y en el capital de las empresas”.

El Ministerio de Economía, según la autoridad que le confiere el Art. 21, asignó para este propósito hasta el 30% de las utilidades anuales del Banco República (que se estiman en torno a los 120 millones de dólares) que beneficia a cooperativas a través de créditos blandos.

Para Mujica, esta medida es “una velita prendida al socialismo”. Por esta razón, en julio de este año, el gobierno elaboró un proyecto de ley para dar estatus institucional al decreto mencionado, que hoy está siendo analizado por organizaciones sociales y sindicales como la Asociación Nacional de Empresas Recuperadas por Trabajadores (Anert).

Se estima que el Parlamento reciba la propuesta a principios del año próximo.

Pedro Buonomo, asesor presidencial y actualmente a cargo del Fondes, explicó que se busca avanzar hacia una nueva etapa, “que permita pasar de apoyar a empresas recuperadas reconvertidas en autogestionadas a elaborar diagnósticos sobre cuáles son los procesos productivos en los que se podría fomentar la aparición de empresas cooperativas o con participación de los trabajadores”.

 

Cambios

 

Conversación con cooperativas argentinas

 

A fines del año pasado, el Pepe Mujica y su mujer, Lucía Topolansky, recibieron en su Residencia Presidencial del Parque Anchorena a una delegación de la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT) de Argentina y de la Anert uruguaya. El propio Pepe preparó el asado de cordero que luego compartieron. Como un padre político, sus sabios consejos se convirtieron en guía:

 “No se puede hablar de democracia sin intentar llevarla al seno del trabajo, esto sigue siendo una meta histórica. Va a costar, seguramente. Nuestra formación es capitalista, y aún aquellos que estamos divorciados del capitalismo no podemos evitar que sus valores nos rodeen por todas partes... El cambio revolucionario no es solo un cambio de propiedad. Es muy fácil cambiar la propiedad, casi fácil. Pero cambiar la cultura es la marcha más difícil. Muchísimos compañeros, que tienen vocación y sentimientos socialistas, pueden contribuir con capacidad de gestión, porque no se puede delegar la gestión a valores de otra clase. Pero hay que evitar la desviación que está siempre como trampa, establecernos como patrón y contratar a otros trabajadores. Y también es central andar como una fila india junto a los trabajadores organizados, como el PIT-CNT, como elemento de respaldo de carácter ideológico. No se puede dejar de ser antes que nada trabajadores, y tener un sentido de fidelidad de clase. Pero otra cosa es central: para tener algún día una sociedad digna no alcanza con que sea una sociedad rica, pero tiene que ser una sociedad rica para tener para repartir. Por lo tanto, avanzar en una confrontación indefinida con el proceso productivo y gestante de multiplicación de la riqueza es un error colosal para los más pobres que siempre pagan el peor plato. Pero a su vez tenemos todo el derecho a plantear una columna de signo socializante con empresas que convivan, bajo las leyes del mercado, con las otras empresas, sin pretender que vamos a tocar el cielo con las manos, pero sabiendo que estamos acumulando fuerzas. No es de la noche a la mañana, es una marcha acumulativa. Y los que están apurados que no se suban. Una verdadera formación de cuadros en la dirección de la producción, de los servicios, de la distribución, para recrear junto al movimiento obrero otros valores. Hay cosas que no se aprenden en cursos, que no te las enseña la academia, que no se aprenden en el pizarrón. Es lidiar con el hombre, que es lo más difícil. Y eso se aprende solo en la vida. Y esto es uno de los papeles más formidables de esta aventura autogestionada”.

 

Fuente: Miradas al Sur

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