Desde Principios del Siglo XX, el 8 de marzo  se conmemora a lo amplio de todo el conteniente el Día internacional de la mujer. Según  lo que relata la historia misma en 1909 las mujeres socialistas de Estados Unidos festejaron por primera vez el 28 de febrero como el Día Nacional de la Mujer. Un año más tarde, apoyando la lucha de las mujeres por el reconocimiento de sus derechos (entre ellos el sufragio universal)  la Internacional Socialista lo proclamo como  a nivel mundial. Debido a esto, en 1911 se celebró por primera vez (el 19 de marzo) en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza.
Menos de una semana después, el 25 de marzo, más de 140 jóvenes trabajadoras, la mayoría inmigrantes italianas y judías, murieron en el trágico incendio de la fábrica Triangle en la ciudad de Nueva York. Este suceso tuvo grandes repercusiones en la legislación laboral de los Estados Unidos,  y en las celebraciones posteriores del Día Internacional de la Mujer, debido a las condiciones laborales que condujeron al desastre.

En 1917, como reacción ante los 2 millones de soldados rusos muertos en la guerra, las trabajadoras de ese país  escogieron de nuevo el último domingo de febrero para declararse en huelga en demanda de "pan y paz”. Ese histórico domingo fue el 23 de febrero, según el calendario juliano utilizado entonces en Rusia, o el 8 de marzo, según el calendario gregoriano utilizado en otros países, jornada que finalmente fija esta fecha como definitiva. De ahí en adelante, cada 8 de marzo se conmemora la lucha de la mujer por su participación, la igualdad con el hombre, la integración en la vida social y su integridad como personas.

En este marco, la Alianza Cooperativa Internacional emitió una declaración en reconocimiento de los logros obtenidos por las mujeres emprendedoras como protagonista en el desarrollo económico y agente activo del cambio social de los pueblos, firmada por  María Eugenia Pérez Zeas, Presidente Mundial del Comité de equidad y Genero de la ACI, a la cual adherimos plenamente.

 Según  sus estadísticas hoy en día, a lo largo del mundo hay 187 millones de mujeres emprendedoras que a través de su lucha se convirtieron en motores trasformadores de la economía y la sociedad.  En sus primeros párrafos, la declaración de la ACI destaca los logros obtenidos y las reconoce diciendo: “Han superado barreras económicas y otras más fuertes como los estereotipos sexistas, las creencias que han subvalorado sus capacidades y en general, barreras culturales relacionadas con su lugar en la sociedad, para asumir el desafío de construir empresa, no solo por supervivencia, sino porque son capaces de detectar oportunidades para poner en marcha sus ideas.”

 A su vez destacan su coraje y su valor “Lejos de ser víctimas indefensas de las inequidades y de la exclusión a las cuales las han relegado las sociedades en su historia, las mujeres han enfrentado la adversidad con ingenio, resistencia y coraje.”

 Entre las muchas virtudes que se les reconoce a las mujeres, una de las más destacadas resulta la innovación. “La creatividad, la innovación y sus habilidades para la gestión y la administración, son los eslabones de una cadena que no frena sino que jalona su evolución y desarrollo, que es a su vez el de otros. Una mujer emprendedora no sólo beneficia su desarrollo personal, también contribuye a una mejor calidad de vida de quienes están bajo su responsabilidad y brinda un aporte fundamental al sector productivo.”

“En un entorno mundial en el que las crisis parecen una condición permanente y en el que el riesgo y la incertidumbre respecto al futuro de la economía son altos, las mujeres jóvenes emprendedoras deben ser vistas como creadoras de iniciativas de negocios, dinámicas, competitivas y eficientes; con impactos positivos en términos de empleo y bienestar multiplicados a escala social. Pero sobre todo, ser reconocidas con valores y capacidades propias de su condición femenina, con las cuales logran empresas no sólo productivas y eficientes, sino muchas veces más democráticas, social y ecológicamente más responsables y más éticas”, prosiguen las palabras de María Eugenia Pérez Zeas.

El siglo XX representa sin duda un escenario de grandes cambios en el rol que ocupan las mujeres en el ámbito político, económico y social.  En relación a esto, al finalizar su declaración la ACI invita a todos los cooperativistas del mundo a sumarse en la lucha por el reconocimiento de la lucha y el trabajo de las mujeres y exclama que “Este reconocimiento del impacto de la participación de las mujeres emprendedoras y empresarias en las economías, debe acompañarse con acciones políticas y gubernamentales en las que los gobiernos y las organizaciones sociales cooperativas estamos llamados a contribuir a su equidad y a su crecimiento.”

Les deseamos a todas las mujeres cooperativistas de la Argentina y del mundo, una feliz jornada y apoyamos el trabajo y la lucha por el reconocimiento de sus derechos laborales, económicos y sociales.

Área de Comunicación.
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